martes, 15 de junio de 2010

EPICEDIOS Y TRENOS. Sobre la guerra, el rock y los dioses.

Quiero escribir este artículo para recordar a uno de los muchos valientes que sufren las consecuencias de pasárselo en grande siguiendo la bandera del disparate y el desatino. Un combatiente de la pifia y la plétora. En definitiva, quiero hablar de un héroe de fin de semana, de un genio en el arte de esgrimir la apatía y metersela por la nariz sin un atisbo de duda.

Porque entiéndanme. Ser idiota y rockero deja muy poco margen. No se puede ignorar ese impulso interior que te obliga a volverte loco en un concierto de los Cramps en el Azkena Rock 2003. Igual que es imposible evitar el impulso vital que germina en ti cuando Health destrozan la tierra frente a tus morros en el Primavera Sound de este año.

Eso, señores y señoras, el lo sabía. Lo sabía mejor que yo .... Pero aún así no pudo evitarlo. Porque nadie puede. Mi padre siempre decía que un hombre tiene que enfrentarse al amor armado hasta los dientes, e incluso así, estar preparado para la derrota. Yo creo que con el rock pasa lo mismo.

Tarántulas Pentium. Ese es su nombre. Bautizado así entre botellas de wisky y sospechosas bolsitas de dudosa procedencia centro europea. Curtido en batallas de bajo rango y en peleas de óxido y metano. Y por fin, cuando parecía que su viaje sin frenos y a toda hostia por la autopista del "tomaquetoma" no tendría fin: herido de gravedad en las últimas horas de una batalla zodiacal y herculiana a punto de cerrar el Primavera Sound 2010. Consumando su derrota y bailando en un éxtasis de dolor y júbilo en ese concierto mencionado antes: Health. Ellos fueron su réquiem en una derrota no mesurada en momentos de furia y fuego.

La consecuencia de tan cruenta batalla fue que Tarántulas Pentium, miembro del equipo de redacción de "Prozac para el pop español" y músico en varios grupos de poco interés comercial como Mr. Perfumme y la hermandad de la alimaña o su último proyecto SIeSTA!, sufrió una rotura en su pie izquierdo y no podrá estar en una de las citas más importantes de este verano, el Azkena Rock 2010. O como muchos han comenzado a llamarla: La batalla del norte.

Porque entonces, como quien no quiere la cosa. Pensando en el poco respeto mostrado por Tarántulas Pentium aquellos días por su cuerpo y su integridad. Pensando en como voló sobre las huestes valencianas en el Primavera Sound hace unas semanas. Analizando cómo dirigió su figura hacia un despropósito de gilipolleces que ponían una y otra vez en peligro a su persona y a las de su alrededor. Recordando a Tarántulas combatiendo como un poseso descontrolado y fanático del rock contra la lógica y el aburrimiento. Es pensando en esas cosas, es entonces, cuando me viene a la cabeza el dios de la guerra: Marte. Y lo veo proyectado sobre Tarántulas, en transparencia o algo así y mucho más grande que él. No sé si me entienden. Cómo esas imágenes de dibujos animados o de cromos manga japoneses, donde se ve como el aura del dios que representa el personaje. Bueno, no sé si me cogen. He hecho un fotomontaje para me entiendan.




Bueno. Pues eso. Y me imagino así a Tarántulas. Convertido en Marte, Dios de la guerra.

Lobos, perros y buitres se atribuyen a su carácter. Y doy fe de que este hombre vio todos los conciertos que pudo y de que bailó como un lobo. Y doy fe de que se arrastró como un perro y devoró la carne. Y de que buitreó en todos los afters de Barcelona. Doy fe de ello.

A Marte se le representa con coraza, casco, escudo, lanza y espada. Y así os digo que yo vi a Tarántulas Pentium blandir su espada cientos de veces, protegernos con su escudo, quebrar su coraza por el rock y empuñar la lanza del gozo.

Y como esto es periodismo, de bajotown, pero periodismo al fin y al cabo, aquí tienen la imagen que lo corrobora.



En la mitología griega la estación de la guerra empieza cuando termina el invierno por lo que Marte es también el Dios de la primavera. Siendo así, no me queda más que pensar de nuevo así en Tarántulas Pentium.

Dios de la guerra en el Primavera Sound. Dios de la primavera.

Hasta otras guerras, compañero.

Un artículo de opinión de: El Dr. Inhóspito

No hay comentarios:

Publicar un comentario